Los principios de subsidiariedad y proporcionalidad son los que regulan el ejercicio de las competencias de la Unión Europea. El principio de subsidiariedad tiene como objeto proteger la capacidad de decisión y actuación de los Estados miembros en los ámbitos que no son de competencia exclusiva de la Unión. Además, cuando los objetivos de una acción puedan alcanzarse mejor a escala de la Unión «debido a la dimensión o a los efectos de la acción pretendida», el principio de subsidiariedad autoriza la intervención de la Unión.[2]